Efímero 1: Los aviadores no mueren, sólo vuelan más alto

Julio 1 de 2023, al rededor de las 5:30 pm el teniente coronel Mario Andrés Espinosa González fallece haciendo lo que él amaba, volar.  Estaban entrenando para una revista que se llevará a cabo en Medellín a mediados de este mes.  Los detalles del accidente no han sido oficializados pero una cosa si es cierta, era su día.  

tomado de la Fuerza Aérea Colombiana

Conocí a Mario cuando llegué al colegio Salesiano San Medardo en Neiva a mediados de 1994, Mario se sentaba delante de mi y teníamos tres o cuatro años de diferencia; una persona inteligente, talentosa y fastidioso en especial cuando se enamoró de Nirvana y The Offspring; sólo hablaba de Come Out and Play.  En décimo estuvimos en salones distintos y en once él se sentaba detrás mío.  Entre recuerdos, me regaló Load de Metallica cuando salió al mercado, de mi afán compré el disco antes y tuve que cambiarlo por Pantera - The Great Southern Trendkill.

Cuando estábamos definiendo que carrera profesional estudiar, él tenía claro que quería volar.  Él poseía ese fuego, disciplina y resistencia para estar en la Fuerza Aérea Colombiana.  Yo me presenté pero me rechazaron por estar tatuado.  Años más tarde y para que me doliera, él me decía que yo no hubiese aguantado estar en ese ambiente militar y puede que si hubiese tenido la resistencia; pero no voy a ahondar en esa materia porque sencillamente no ocurrió y también porque él tenía la razón.

Tras terminar el colegio nos desconectamos, supe que había estudiado lenguas en la USCO en Neiva y que luego entraría él a la Fuerza Aérea para ser instructor de vuelo en Cali.  

Mi reencuentro con Mario sería para Julio de 2016 en Villavicencio; yo estaría haciendo fotofija para la producción de Sony - Teleset El Comandante y estaría en la ciudad por dos o tres semanas.  Para esas fechas mis ex-compañeros de colegio se reencontrarían en Neiva para conmemorar los 20 años de habernos graduado; yo no iría por razones labolares pero si me reencontraría con Mario.

Nos vimos un sábado y hablamos mucho, mucho, salimos a comer y tomar algunas polas.  El día que nos vimos yo estaría trasnochado porque hicimos varias escenas nocturnas.   Él me recogería en el hotel en su moto de 125cc, un modelo bastante sencillo y más cuando esperaba que él tuviese una máquina de motor 500cc ó 1000cc; pero no, me contaba que si tuvo una así pero la vendió para no ser aletoso.  

Ese sábado subimos a un mirador, supongo que era La Piedra del Amor y me preguntó que porque no llevé la cámara y sencillamente no quise, hay momentos que son buenos gozar con el alma y me pareció genial ver cómo la sombra del atardecer caía sobre Villavicencio y la manera como cambiaba la temperatura del color.  

Me señalo donde quedan las fronteras de Colombia y obvio, él conocía los territorios por haberlos sobrevolado tantas veces así como un conductor conoce sus rutas y carreteras.  Cuando Mario vio la foto de abajo ubicó el sector con facilidad; claro está que los aviones comerciales tienen rutas fijas pero igual, él conocía los territorios. 

creo que él dijo que esta zona era Santander

Cuando bajamos la montaña hubo un momento de confianza y susto pues se le dio por miquiar soltando el volante y abrir sus brazos; él sabía manejar la adrenalina de un motor y mantener el equilibrio.  Que si me asustó?... si, un poco pero fue un momento medio Titanic y de risas.

Para esas fechas me contó que se enamoró de Annie y rápidamente tomaron la decisión de casarse, me pidió el favor que tomara las fotos de su boda y así fue.  

El día de la boda y por obvias razones no coloco a Annie.

Por mega estupideces mías, dejé de hablarle por unos años, la última vez que nos vimos fue por accidente el aeropuerto El Dorado mientras él esperaba para que le entregaran un dron y yo llegaba de viaje de un trabajo por el Chocó.  

Durante ese tiempo de silencio me enteré que empezó a hacer el curso de ascenso a coronel; en el pasado dijo que no quería seguir ese camino por la responsabilidad que eso conlleva, pero lo logró.  Comentaba que para su jubilación quería vivir en el campo y revivir andanzas de la adolescencia; no sé si quería volver a tocar guitarra.

pinche celular tenía ese efecto puesto, pero luego de ese encuentro
terminamos con los ojos bien conquetos

En este año 23, quizás para mayo, tras casi dos años de no hablarnos, le pedí a Anderson que me facilitara el número de Mario y charlamos como por media hora, lo regañé por un tema super tonto del pasado y al mismo tiempo lo felicité por su tenacidad, disciplina, valentía y por ser una inspiración.  Hice mis paces con él y me invitó a que fuera a visitarlo a Villavicencio.  No tomé la oferta; pero mucho antes mi intuición me decía que nunca nos volveríamos a ver y así fue.

Instructor, líder, sencillo (hasta donde él podía), ambicioso, enfocado y macho... valga el chiste pues ese es el significado del su nombre; anoche mientras tomaba una cerveza asimilando la noticia de su partida, busqué el significado y eso fue lo que salió; me dio gracia.


Supongo en un futuro próximo habrá un colegio o una base con su nombre.  Al ser instructor guio a muchas personas y no sé cuantas otras lecciones él habrá aprendido y que no podremos escuchar.  Se fue como un héroe y ese privilegio pocos lo tienen.  En este momento nos deja a muchos un vacío y al mismo tiempo una lección por desarrollar.  Una hora antes de saber la noticia estuve en una cafetería organizando mis ideas en papel sobre el fin de mi vida, no tuve la fortuna o privilegio como él de ser enfocado y decidido.  Al entrar a casa escuché en el noticiero que hubo un accidente aéreo pero me fui a la cocina.  Cinco minutos después Emanuel me escribe y Anderson me llama y me cuentan que le llegó el fin del camino a Mario.


De chismosa revisé el estado de whatz de Mario y había un video promocionando la revista aérea para mediados de Julio.  Las imágenes me parecieron curiosas y si, herror ortográfico en su apellido. 





...y vaya sorpresa que nos diste.  Gracias amigo, te ofrezco disculpas, un abrazo.