Septiembre esta de vuelta y acaba de pasar amor y amistad, ya es justo hablar esto.
Mi último amor fue en el 2007.
Escuchaba Radiónica en ese año tras dejar a un lado mi etapa en la radio y ahora estar en sólo fotografía. Para ese año estaban promoviendo a Coheed and Cambria porque iban a estar de concierto en Bogotá.
No sabía nada de la banda y en la emisora eran dele que dele y hable de la agrupación, terminé cayendo en ellos.
La música, algo rara, sencilla, oscura, medio pop y con un concepto. Claudio Sánchez, cantante y guitarrista de la banda tiene un comic cuya historia se cuenta tanto en imágenes como en la música. Me puedo estar equivocando, pero en ese entonces entendí que la historia era de un soldado que durante la guerra muere en combate y no puede regresar a ver a su recién nacido hijo. El soldado se transforma en un demonio que luego intentará matar a su primogénito pues el bebe es el "elegido".
Todo suena muy rebuscado pero la música me atrapó y en una noche previa al concierto, colocan dos discos al aire y la única forma que tuve para grabar la música fue en cassette. Para esas fechas ya existían los ipods y grabar en cinta de la radio fue muy vieja escuela.
Lado A quedo grabado con la mitad del primer trabajo, lado B con casi todo el tercer disco.
Ese placer de adolescente de escuchar casetes moriría en el 2007, este sería mi último amor (analógico). El amor ahora es digital, es distinto y es lo mismo pero no es lo mismo. Escuchaba ese casete en mi grabadora de periodista tratando de encontrar compañía a una malparidezcosmicoexistencial que tuve en ese año. Me enamoré de las melodías, de los sutiles fraseos, fue un refugio, un orgasmo en mis oidos; y todo en casete.
Con Radiónica gané una entrada a la prueba de sonido. No fuí al concierto por líchigo y porque me puse a hablar con una chica que me gustaba, pero ella tenía novio y decidí no meterme con ella.
Mi amor por la banda acabaría cuando terminó la saga de los cuatro discos. Con el quinto disco y los que siguen, la música cambiaría mucho y yo pasaría a otras melodías.
Toca escuchar los discos y encontrar la magia y quizás nunca la hallen; que importa.
Esa letra no es de Coheed pero funciona para el caso y la época. Voy a evitar explicar/describir/sobreanalizar aquello que sobremastiqué porque esa belleza quedó en mi y como diría el meme del Joker: no lo entenderías.
Lo que pasa con ese formato es que así conocí la música. En mi infancia existieron discos en acetato pero me tenían vetado de tocarlos porque los rayaba y estos no eran portátiles. Con los casetes grabé música de la radio y hacía casería de esa canción especial que sonaba al aire.
Luego, en la adolescencia fue mi mayor exploración empezando con The Doors y Metallica. También fue hacer copia de la música cuando no tenías el dinero de conseguir el original, crear compilados de otros casetes o discos compactos, adornar las carátulas, hacer marcaciones especiales; en general, el casete era divertido, si ibas de viaje tenías que elegir qué llevabas contigo y quizás solo iban a ser 5 álbumes.
Hoy tenemos abundancia de opciones, la música sigue siendo especial pero eso mágico ya no está, es como tomar fotos con rollo versus digital, el romance cambia y quizás se trata de tener algo limitado.
Hay un revivir de los discos de acetato y también del casete, no compro ninguno y como digo, todo es un romance que ya no está, cambió; y aunque uno se adapta... ya no es lo mismo.
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