SSer fotógrafo de oficio es crear imágenes para lo que el cliente desea, sea fotografía de producto o de evento. También está el tomar fotos por tomar fotos, explorar el lado artístico, el lado curioso que no se venderá y queda para el registro y/o/u satisfacción personal. Este tipo de registros fácilmente pueden volverse fotografía de stock o sencillamente obras artísticas si son tratadas de esa forma.
Desde que la fotografía se incorporó a los teléfonos móviles, el consumo de imágenes en la sociedad se ha incrementado y la gente almacena miles de fotos que quizás nunca lleguen a estar impresas y menos expuestas en un sitio web. Pero antes de continuar, hay que aclarar que de esos millones de personas que toman fotografías con su móvil, son contadas las personas que poseen una habilidad mínima para saber crear material artístico o digno para foto de stock.
Las fotografías tomadas con el celular que si tienen esos mínimos requisitos, pueden llegar a competir con una imagen creada con un cámara profesional y hay que dejar algo claro, un sensor que mide como mínimo 1.5cm siempre tendrá una mejor imagen que una tomada con un celular cuyo sensor será de 6mm
Dejando a un lado el tema donde el tamaño si importa, tratemos la intensión. Un celular es fácil de cargar, casi discreto, es parte del escenario natural que nos rodea, da una libertad de registrar pero está limitada por óptica. El celular reemplazó la cámara de bolsillo que si tiene mejor calidad que un móvil pero está limitado en instantaneidad cuando hay que enviar imágenes por correo o una red social. En últimas están las cámaras profesionales con su variedad de ópticas; intimidante y nada discretas. Todas son una herramienta para el artista, el cazador de lo casual, del redactor de historias que quizás nadie vea.
De este tipo de fotografía es la que quiero hablar, de la foto bonita la foto guardada que bien decora la memoria y espera ver la luz. Esas imágenes pueden ser poderosas tal cual salidas de la cámara, pero cobran un poder mayor al pasar por filtros a ratos exagerados o sutiles, pero ojalá dentro del buen gusto.
En mi archivo hay miles de fotos esperando ver la luz, de ser usadas en conjunción con otras para uso editorial, portadas de libros, estar enmarcadas en una pared y no sobra, volverse un meme.
Y todos quienes leen estas palabras, ¿cuántas fotos tienen guardas en sus archivos que no son de la tía, de la hija, o como recordatorio de una dirección? ¿cuántas fotografías cuentan historias de manera individual o en conjunto? Deles una oportunidad de colorearlas, manipularlas, compártalas en sus redes y si mantienen la calidad mínima para impresión, déjelas en papel, banner o lienzo. Y si funcionan como fotografía de stock, compártalas con ASUIMAGENSTOCK a quien le dedico este escrito porque Daniel me pidió algo para la sección editorial en su newsletter.
Cuando empecé a usar la cámara del celular, fue en el 2006 con un Nokia xyz que luego buscaré el modelo; si sentía esa libertad de tener una imagen ya pero estaba la limitación de calidad que antes comenté. Comencé a publicar en instagram en el 2014 y me puse la tarea de colgar una foto diaria y llegué a tener más dos mil fotos posteadas para borrar todo un día de despecho.
Un día de estos haré una publicación sobre esas primeras fotografías de celular.
Con mi primer smartphone, me encantó la idea de jugar y hacer algo totalmente distinto a lo que inicialmente se captó como los ejemplos de abajo:
De una foto nada que ver sale algo completamente imaginativo y digno de publicación.
Jugar, ese es el objetivo, agregar colores y darle vueltas, muchas vueltas hasta llegar a un destino de satisfacción arte/espíritu/capricho. Esta última foto tiene eso, el sólo darle la vuelta y ya es otra imagen y la paraeidolia, oh bendita paraeidolia que alguna ciencia dirá que sólo son arquetipos en la mente del observador. La belleza en transformar, en pulir el hacha hasta que tenga el filo deseado.
Hay un paso que no he dado en la creación de imágenes, lo veo como tendencia gráfica que requiere de mucha capacitación y dedicación. Tiene la inspiración de Niklas Sundin y sus portadas de discos y no he querido llegar a ese nivel gráfico pero se hace el intento.
Para el ejemplo de arriba hizo falta la foto original que se le hizo a Diana Giraldo, usé un lensbaby que es un lente creativo y luego el juego de colores y texturas. Parecido a la foto de abajo que posee varias curiosidades; es un maniquí que representa a una joven, desnuda y un letrero que dice se vende (piensa mal y acertarás); todo es mentira como decía Manu Chau.
Y estas imágenes se han quedado en mi archivo, algunas fueron un juego y otras sólo una leve variación de color en donde hay una placer en retratar belleza en todo lo que se ve; como en esa escena de la bolsa plástica flotando en la película Belleza Americana.
Siempre hay algo curioso para captar, para sentir: la literatura o poesía o el estático video musical que en mi caso viene desde el siempre incierto negativo.
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