viejas postales


madrugué a verte arder
sentir el humo en la cara y el sol
quemar mi piel;
por fin llegó el día.

organizando lo pendiente y aunque 
las cenizas sean solo un rastro
hubo palabras que el fuego no quemaba,
sabiduría recortada y el desnudo compartir
de impresos
aprisionados que no sonríen,
que desconocen
cárcel de libertad pies tintados.

queda lo imborrable,
quizás por eso los dioses matan
y las esferas se entrelazan;
mejor me niegas, gato por liebre.

no hay escape (miedo)
tuve (e)lección, sólo egoismo
y roja educación.