Café Vol.1 - Un día Kaldivia llegó

En pendientes dos di inicio a este título, comenté que tendrá varias partes y en esta parte uno, les comparto la historia de Kaldivia en Tunja.  Aclaro que no sé cómo llegó el negocio a la ciudad, si era franquicia o sucursal y menos sabré cuánto facturaba en el año.  Pero al ser "el" punto de encuentro en el centro, supongo que al comienzo le fue muy bien. 

Era el año 2000, 2001.  Antes de llegar la marca a la ciudad, al rededor de la plaza de Bolívar se tomaba café en tiendas que preparaban la bebida en grecas con las marcas de combate como Sello Rojo, Aguila Roja o la Bastilla.  Por $500 pesos o menos se podía estar sentado dentro de la cafetería por horas, y respirar humo de cigarrillo de segunda mano gratis.  Los sitios a los que me refiero estaban ubicados en el Pasaje Vargas.  

De cómo se llamaban los sitios, ni idea, sé que en algunos se podía tomar cerveza en la tarde noche.


Y tampoco es que frecuentara estos sitios en la noche, quizás pasé dos o tres veces.  Recuerdo que en estas cafeterías muchos personajes iban a hablar de negocios o de política, en especial lo segundo y como es de esperarse, nada se resuelve.  





Antes de continuar: sobre las fotografías.
No son lo hypermegawow, son sencillas y muy casuales.  Y esa fue la intensión del momento, eran de encuentros con amistades en estos espacios.  Algunas son digitales otras en rollo. La que aparece recortada es para que se vea un poco más el lugar. 

Ahora si, continuemos.

Y un buen día, 
...en la toda la mitad del costado occidental de la Plaza de Bolívar colocan un café con una manguera hacia la calle que evacuaría el aroma a grano recién tostado, la mejor estrategia de marketing, nada volvería a ser igual.  


Entra Kaldivia a funcionar, el café costaría $1200 o más, no sé, no recuerdo; pero si era más costoso pues se impone la máquina expreso y este café era más fuerte, más limpio, más novedoso.

El sitio se volvería el punto de encuentro, el sitio en boga.  Igual que los otros lugares, la gente iría a cerrar negocios, hablar de política, coquetear... el menú ofrecía otro tipo de bebidas y repostería, tendría un toque femenino versus las cafeterías que antes comentaba que eran más de macho.  Y si, también había humo de cigarrillo, en ese entonces era permitido fumar en recintos cerrados.





Y aunque iba casi todos los días, estas son las pocas fotos que tengo ahí. La primera de Raul Mesa, las otras de Alejandra y Lucho, la última de Stella quien me regalaría mi primer gato.

Qué pasó después?
Al ser el punto de moda, Kaldivia se llevó mucha clientela de los otros locales.  Los empresarios querrían un pedazo de la torta y crearon nuevos puntos de encuentro.  Se fomentó una "sana" competencia pero nadie tendría la tostadora de café.

El teatro Suarez aprovecharía su, anteteatro(?)... no sé como decirlo, pero es el espacio antes de entrar a la única sala de cine que tenía ese lugar.  Estamos hablando de techos altos y amplio como se puede ver en las fotos de abajo.



Agrego esta foto de Luchito quien estudió fotografía conmigo.  Creo que para entonces él estaba empezando su carrera como reportero gráfico para el Boyacá 7 Días y luego pasaría él a El Tiempo.

Antes de entrar al teatro había otro café pero sólo se ve la puerta en la siguiente foto.  Acá el tinto era de Nescafé y pues... no tiene mucha gracia pero el precio era más cómodo.


Volviendo al pasaje Vargas, colocarían un espacio más elaborado que las cafeterias baratas que al comienzo mencioné.  Se llamaba Kaffa y tendría un menú más amplio que sólo tinto y cerveza.


Todo cambió
La razón por la cual empecé con Kaldivia fue porque, como lo mencioné hace un momento, cambió todo el panorama de punto de encuentro en la ciudad, ayudó a que llegaran las máquinas expreso y hubiese una mejor bebida disponible.

No se vendía el café en bolsas, ni molido ni en grano; creo que eso sería después que Juan Valdez abriera, pero para ese entonces yo estaría en Bogotá.

Cafe República
Yolanda (no sé el apellido) llevó Kaldivia a Tunja, quizás por temas de costos, cortó ella relaciones con la marca y cambia el nombre de Café República.  Ya era el 2006 y, honestamente no recuerdo si mantendría ella la tostadora dentro del local, pero quiso ella darle un toque artístico al sitio y me pidió que le creara unas fotos.  No cobré por adelantado y nunca le mostré el material porque no sentí que eran buenas las fotos.  Estas son algunas:










Primero, no hice la tarea de cobrar.  Segundo, no hice la tarea de buscar que es arte republicano.  Tercero, nunca le presenté las fotos a Yolanda, me dio miedo, dudé de mí.  Cuarto, decidí que mejor le pasaría las fotos a Andrés porque dizque iba a abrir un bar que se llamaría Capital 1539, pero con lo drogo y mitómano que era ese loco, nada ocurrió.

Mirando las imágenes, obvio que un grafiti no es arte republicano.  En ese entonces jugaba mucho con colores y quería hacer arte parecido a lo que Niklas Sundin hacía, pero esto es otra historia. 
 
Volvamos al café
Todo esto fue un mega resumen de un sitio que cambió a una ciudad y la cultura de la bebida negra en una ciudad que se comportaba a ratos como un pueblo; bueno, a mi me cambió la historia.  En ese entonces mi ingesta de la bebida era por gusto mas no por pasión.  Kaldivia tenía un sabor fuerte, Kaffa y la del teatro Suarez eran buenos cafés y obvio que eran mejor que uno de greca.  Agreguemos que todos servían pocillo de loza, nada de icopor o de papel, se respetaba el sabor.

La foto inicial es el pocillo que todavía conservo, molesté tanto a Lucho que terminó regalándomelo.